C.R.A.Z.Y. Un titulo tan disfuncional como cualquiera.

C.R.A.Z.Y. o Una familia tan disfuncional como cualquiera (asi se le nombro aqui en México), es un film canadiense dirigido por Jean-Marc Valleé y es una historia por momentos tristes, por momentos divertida, de amor entre padre e hijo, de aceptar el ser diferente en un mundo de iguales y de una continua batalla interna entre lo que se es y lo que los demás quieren que uno sea.

La palabra “disfuncional” tan de moda últimamente para describir todo aquello que por años lo ha sido, pero hasta ahora nos atrevemos a reconocer, no seria la más adecuada para describir las relaciones que se dan en esta familia de clase media québécois como cualquiera, si…el padre trabajador y la madre que se queda en casa pasándole plancha “literalmente” al pan “bimbo” para dejarlo tostado.

La historia se centra en la vida de su protagonista-narrador, Zac y sus vivencias cotidianas con su familia, las riñas con los hermanos, una adolescencia dura como cualquier otra y sus confusiones acerca de su orientación sexual todo durante las décadas que comprenden de 1960 a 1980.

En la primera mitad del film, nos cuentan la infancia de Zac, que ha nacido el mismo día que la Navidad y que tiene que celebrar sus cumpleaños a manera “2x1” .Ser el cuarto en una familia de 5 hijos varones y contar con el “don” de ser diferente a sus hermanos, tener de lado siempre a una madre cariñosa y protectora, un padre que no dudamos haría todo por sus hijos, pero que es incapaz de aceptar lo diferente, son el marco de las primeras secuencias del film. No es que los padres sean malos (aunque si son culpables de muchos de nuestros traumas), simplemente no vienen entrenados para lidiar con cierto tipo de situaciones, lo que en el peor de los casos hace que los hijos crezcan como enredadera.

Ya para la segunda mitad la cinta transita por la constante lucha interna de su protagonista, En este caso no se trata de lidiar con el ser aceptado en la escuela o con los amigos, sino enfrentar la realidad en casa con un padre que se empeña en creer que todos sus hijos deben ser “hombrecitos”. Zac, ya en sus 20 años, se encuentra confundido y debe elegir entre el ser libre o negar su realidad con el objetivo de agradarle a su padre. En este proceso nuestro protagonista “probara” de todo desde hacerse de una novia hasta realizar un viaje a tierra Santa para aclarar sus pensamientos.

Destacan Tanto el guión, los diálogos, las excelentes interpretaciones sobre todo del padre y de Zac, la MÚSICA (David Bowie, Pink Floyd y los Rolling Stones) que es el perfecto acompañante en todo momento del film. De igual manera el estilo de narración y las secuencias en cámara lenta son muy buenos.

Aunque para mí, muchas cosas se quedan en el camino y en aire, no se profundiza demasiado en ciertos temas, ignoro si esta ha sido la intención del director y hay momentos en su más de dos horas de duración, que hacen que no estemos conectados al 100% y secuencias que parecen no tener función y se convierten en meros adornos y que pudieron ser mejor explotadas.

Cualquiera que sea el caso siempre es grato ver filmes que resaltan no solo por su narrativa si no por el hecho de contarnos una historia de forma distinta a lo que nos tiene acostumbrados los estudios de Hollywood. Un trabajo admirable, bien realizado, quizás rayando un poquito en lo “pretencioso” pero que cumple con los “requisitos” de dirección, argumento e interpretaciones. Recomendable.